Esta actividad es muy sencilla: al inicio de cada clase, pide a tus estudiantes que compartan cómo se sienten en ese momento. Pueden expresar sus emociones de forma libre y abierta, sin juicios ni comentarios de los demás. Esta actividad les permitirá aprender a reconocer y expresar sus emociones, además de fomentar una cultura de apertura y respeto en el aula.

Pero eso no es todo. Al compartir sus sentimientos, los estudiantes pueden sentirse más conectados y empáticos entre sí. También puede ayudar a prevenir conflictos, ya que si un estudiante comparte que está molesto o triste, los demás pueden ser más conscientes de su estado de ánimo y actuar en consecuencia.

Además, el check-in de los sentimientos también puede ayudar a los estudiantes a sentirse más cómodos y seguros en el aula, lo que puede mejorar su rendimiento académico y su bienestar emocional en general.