Cuando nacemos, no son demasiadas las cosas que nos diferencian de otros cachorros animales, puesto que el raciocinio todavía no se encuentra desarrollado en un recién nacido. Precisamente por eso, se dice que los primeros años de infancia son los años básicos en la formación de lo que seremos para siempre como personas.

Es una frase tan bonita como certera, puesto que de los progenitores depende, en gran medida, además de otros familiares o educadores, que aprendamos cosas; que esas cosas que aprendamos sean siempre beneficiosas para el niño o no lo sean; que tengamos miras; que tengamos esperanzas; que logremos ser pacientes y tolerantes; que sepamos que es necesario compartir y respetar al prójimo…Es decir, todas esas cosas y valores que nos cimientan como personas con verdaderos valores humanos.

Y es que aunque pueda resultar algo redundante, las personas no siempre nos comportamos con humanidad y es muy importante trabajar para evitar esto en las generaciones futuras. Ese es el valor más grande e importante que podemos enseñar y dejar a nuestros seres queridos: el ser humanos.